martes, 2 de octubre de 2012

Binet y La Inteligencia.

A partir de 1890, Binet empieza a estudiar la inteligencia, enfocándose en comprender y medir las diferencias individuales. Su experiencia estudiando el funcionamiento intelectual en una amplia variedad de dominios, le lleva a tomar una perspectiva diferente de la mantenida por figuras preeminentes como Galton, Spearman y Cattell (Siegler, 1992). Mientras que el trabajo de estos autores se enfocaba sobre las capacidades simples y fáciles de medir tales como discriminación sensorial y tiempo de reacción simple, Binet proponía trabajar con los procesos mentales complejos, ya que los consideraba como la causa principal de diferencias intelectuales individuales (Siegler, 1992). Esta idea se manifiesta en el artículo escrito por él y Henri en 1895 titulado "La psicología individual" (Psychologie individuelle), en el que se hace una crítica a los enfoques de los otros investigadores:

"Si uno mira en una serie de experimentos realizados –tests mentales como expresa el inglés- uno se asombra por el considerable espacio reservado a las sensaciones y a los procesos simples y por la poca atención prestada a los procesos superiores….[el motivo citado] es que los procesos elementales pueden ser determinados con mucha más precisión que los procesos superiores. Esto es verdad, pero las personas difieren [en estos procesos] elementales de forma más endeble que en los procesos complejos; no hay necesidad, por lo tanto, de un método tan preciso para determinar lo primero, como para lo último […]" (Binet y Henri, 1895, citado por Siegler, 1992).

Este artículo también describe detalladamente el plan de Binet y Henri para desarrollar una prueba que evaluaría las diferencias individuales del funcionamiento mental, sería de fácil uso, barata, de puntuación objetiva y predictora del desempeño escolar (Siegler, 1992). Incluiría medidas de 10 funciones mentales que Binet juzgaba como más importantes a la hora de evaluar la inteligencia. Cada función mental sería evaluada por un test, con múltiples ítems para poder obtener una evaluación fiable, estos tests evaluaban, uno por uno, lo siguiente: memoria, naturaleza de las imágenes mentales, imaginación, atención, comprensión, sugestión, sensibilidad estética, sentido moral, fuerza muscular y de voluntad, y rapidez de movimiento y de mirada (Siegler, 1992, Warren, 1895). Binet igualmente afirmaba que los ítems eran apropiados al entorno al que el individuo pertenecía y que su aplicación no tomaría más de hora y media, esto para evitar cansar al niño (Wolf, 1973, p. 243, citado por Siegler, 1992).

El determinar hasta qué punto la inteligencia es influida por factores biológicos, genéticos o innatos, y hasta qué punto es influida por factores culturales y ambientales, ha causado debates que han durado hasta la actualidad. Dos consecuencias de esta disputa en el ámbito aplicado son el cuestionamiento de la utilidad de los programas de intervención para mejorar la inteligencia y la crítica a las pruebas de inteligencia por ser sesgadas culturalmente (Weinberg, 1989).

Mientras que Galton era partidario de la consideración de la inteligencia como una entidad unitaria y esencialmente hereditaria, para Alfred Binet, ésta podía ser vista como el promedio del número de habilidades del individuo e influida de manera importante por factores ambientales (Eysenk, 1985). Binet desarrolló una fórmula para expresar la estimación de la inteligencia de los individuos, la cual se basaba en una "edad mental" que era comparada con la edad cronológica, esta fórmula fue reelaborada por el alemán W. Stern (Rosas y cols., 1999), dada la imprecisión de la primera, dándosele el nombre de coeficiente intelectual o CI. Posteriormente, en base a medidas de desviación, se propuso otro CI que igualmente expresaba el nivel cognitivo general.

Binet distinguía tres elementos en el enfrentamiento inteligente a un problema: dirección, adaptación y control. La dirección consiste en saber qué hacer y cómo lograrlo, la adaptación hace referencia a la selección y monitoreo que se hace de la propia estrategia durante la resolución de una tarea, "teniendo el pensamiento una serie de selecciones sucesivas, ordenadas de acuerdo a un plan interno", y, por último, el control es el elemento que se "refiere a la habilidad de criticar los propios pensamientos y acciones"[1] (Rosas y cols., 1999). Binet era partidario de la importancia del aprendizaje en el desarrollo de la inteligencia, estando en desacuerdo con la esencia de los postulados hereditarios.

El uso de pruebas de inteligencia confiables y validas como las de Binet en contextos prácticos como el educativo, se extendió al de selección de personal, siendo la Primera Guerra Mundial uno de los momentos históricos en los que se utilizó de manera masiva las pruebas de inteligencia para seleccionar reclutas. En este proceso de adaptar a los ambientes aplicados las pruebas de inteligencia, la escala Binet-Simon jugó un papel importante, al aportar la estructura general de prueba y su forma de calificación (la cual se explicará detalladamente en otro apartado titulado: "Test de Binet-Simon") .

Los tests usados en el reclutamiento y la prueba Binet-Simon, entre otras pruebas mentales, contribuyeron posteriormente al diseño de las escalas de inteligencia de más uso en Occidente: las escalas Wechsler (Boake, 2002). La prueba Binet-Simon, en especial contribuyó a ser el modelo de estructura de las escalas, y no sólo de estas sino por extensión de los tests de inteligencia actuales, aportando el procedimiento básico de combinar diferentes tests mentales para producir un puntaje compuesto. Fue igualmente fuente de contenido de las subpruebas y origen de algunos de los ítems en las escalas Wechsler (Boake, 2002).


No hay comentarios:

Publicar un comentario